Hijo pródigo
Es sobre quien gira la historia
aparente, pues es quien hila las tres escenas de esta, el pecado, el
arrepentimiento y el perdón. Representa a la humanidad pecadora y descarriada
que se ha olvidado de Dios. Su entrada comienza informándonos que es el menor
de dos hermanos y que le pide al padre su parte de la herencia. Teológicamente
podría interpretarse a dicha herencia como los dones y gracias que Dios pone en
cada uno de nosotros, por lo que la escena rememora el Jardín de Edén en el
momento de la caída en el pecado; el hijo exige su libertad para usarla fuera
de la voluntad de su padre. Posteriormente se señala que malgasta esa herencia
viviendo como un libertino, o sea su pecado no está tanto en la reclamación de
su libertad como en la utilización descarriada de la misma que lo lleva al
fracaso. Otro factor a tener en cuenta es que, para la comunidad Judía de ese
tiempo, el cerdo era un animal abominable tal como se describe en la ley de
Moisés (Lv 11.7), ni aún se podía criar, esto enseña que el pecado y la vida de
libertinaje lleva al hijo pródigo, en un acto desesperado, a cometer un acto
abominable y como consecuencia, empeora más su situación.
Esta parábola describe posteriormente
la escena del arrepentimiento. Tras la vida de derroche y libertinaje, el hijo
cae en la miseria y reflexiona acerca de su provecho personal y cae en cuenta
que le traerá mayor bienestar regresar donde el padre que seguir por su cuenta.
Aquí hay varios aspectos muy interesantes desde una perspectiva teológica, en
primer lugar refleja que las desgracias que provoca el pecado no son castigos
divinos sino resultado de las malas acciones que siempre acaban mal, por otro lado
refleja una actitud interesada en la conversión, es decir se arrepiente
racionalmente y no sentimentalmente, va buscando un provecho personal y no la
santidad en sí, de ahí que prepare una disculpa para el padre en la que le pida
que lo acepte como trabajador. Parte de regreso a casa de su padre y encuentra
en este un perdón incondicional. Se puede decir que su verdadera conversión, el
arrepentimiento real, ocurre en este momento pues ve en la actitud del padre
desinterés y amor, principales características de una verdadera conversión.
Esta conversión ocurre al acudir a Dios y al arrepentirnos de las malas
acciones de nuestra vida.
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